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El lunes, día 2, por la tarde suena mi teléfono. Es Agustín, el catequista de Kpauya. Me informa que Teresa,
la mujer del presidente de la comunidad, está muy grave. Le digo que la traigan
al dispensario de Bugu. Mi coche está en el mecánico
y no puedo ir.
El martes temprano, a la salida de la misa, me está esperando
Agustín. Me imagino que el problema continúa. Me dice
que la señora no habla desde el domingo por
la mañana, y que tiene una especie de crisis epiléptica. Enseguida nos ponemos en marcha y, después de quince minutos de mal camino, la encuentro en el centro de su casa, sobre una estera de plástico, inconsciente y con espasmos.
Decidimos irnos al hospital, muy preocupados también por
la situación de su embarazo. Consultada por teléfono la matrona, nos dice que
está embarazada de nueve meses. Voy pensando qué es lo
que vamos a hacer con el niño si ella muere. Son de origen togolés.
Los treinta
y cinco km con la enferma en coma se nos hacen eternos. Ya en la maternidad, la
ecografía nos asegura que el niño está bien y se disponen a hacer la cesárea.
Inconsciente, la meten en el quirófano y, después de dejarles dinero, me vuelvo
a Bugu, pues en la tarde tengo que ir a celebrar a otro
pueblo.
Son las
dos de la tarde cuando me llaman para decirme que todo ha salido bien, que es
un varón pero que la madre sigue inconsciente.
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Miércoles 4
Viajo al
hospital y el padre me recibe muy contento, dándome las gracias. Me conducen a
la habitación G donde se encuentran la madre y el niño. Otras cuatro mujeres
están hospitalizadas. Al final de la mañana la madre sigue inconsciente pero parece reaccionar a los saludos, lo que nos llena de alegría. Entre risas ellos deciden que el niño se llamará Marcos, "porque es igual de guapo que tú" (jajajaja).
Jueves 5
Agustín me
comunica que la señora se ha despertado pero que no dice más que palabras inconexas
y sin sentido. No entienden nada pero para mí es un signo esperanzador.
Viernes 6
Cuál es mi sorpresa cuando me encuentro a la enferma
atada de pies y manos, gritando y hablando sin sentido. Agustín me dice que
lleva 20 horas sin dormir. Parece una loca en estado de crisis. El pesimismo
vuelve a surgir entre nosotros aunque el niño sigue bien. Los enfermeros la
sedan y descansa.
Sábado 7
Cuando
estoy a punto de tocar las campanas para la misa matinal, suena el teléfono. Es
Agustín. Me temo lo peor. Pregunto qué pasa y me dice "Padre, a las dos de la mañana Teresa se ha despertado diciendo que tiene hambre y ha comido un poco". ¡Gracias, Señor!
El padre no deja de decir que es un milagro. ¡Ni que lo
digas!, pienso yo.
¡Las campanas repicaron más alegres que nunca!
Un saludo desde Benín.
Marcos Delgado, sma
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